Toledo, prometo que no volverán a pasar 10 años

¿Os venís a Toledo? Esa fue la proposición decente que se nos hizo una tarde de principios de Abril. Ya que, vergonzosamente, no había vuelto a visitar Toledo desde que tenía más o menos 10 años no hizo falta mucho para que me animara. Y así fue. Por motivo de un curso de Humanidades sobre la Santa Inquisición, nos dispusimos a coger un autobús a las tres de la tarde con destino Toledo.

Cerca de la capital de España, Toledo es una ciudad con una gran riqueza. Punto de encuentro, hace siglos, de distintas culturas y religiones guarda entre sus calles múltiples pruebas de ello. Judíos, cristianos y musulmanes paseaban tranquilametne hasta el s.XIV. Fue en este siglo cuando comienza una terrible persecución a los judíos y una concienzuda cristanización de los Toledanos por parte del Tribunal de la Santa Inquisición. Por tanto, la Santa Inquisición está muy unida a la historia de esta curiosa y bella ciudad.

El Hospital de Tavera fue nuestra primera parada en nuestra visita. Fue mandado construir por el cardenal tavera en 1541. Sirve como ejemplo de la desigualdad de aquella época ya que solo se dejaba ingresar a las personas que fueran pudientes y que no tuvieran ninguna enfermedad terminal. Actualmente el museo acoge obras de distintos grandes pintores como El Greco, Tintoretto o Tiziano.

Después de realizar una parada en la Puerta de Visagra, puerta emblemática mandada contruir por Carlos V, nos adentramos al centro histórico de Toledo. La Puerta del Cambrón nos dió paso al barrio de la Judería toledana.

Una de las paradas más importantes de esta visita a Toledo fue la realizada al Museo Sefardí ubicado en la sinagoga del Tránsito. Esta sinagoga, edificada en 1366 por Samuel Leví, perteneció a los hebreos hasta su expulsión por los Reyes Católicos, convirtiéndose así en templo cristiano. Sus muros están decorados por bellas grecas e inscripciones hebreas, así como con diversos motivos vegetales o mocárabes.

También tuvimos ocasión de disfrutar del río Tajo. Desde uno de los rincones maravillosos de esta ciudad pudimos disfrutar de la luz de atardecer reflejado en este río. Sin duda fue uno de los momentos que más disfrute de la tarde.

Para terminar, nos paramos en uno de los bares típicos de Toledo para reponer fuerzas antes de volver a Madrid con unas buenas tapas y cañas.

Muchas cosas de las que vimos se me quedarán en el tintero. Pero ya dice mi madre que mi memoria es muy frágil y selectiva cuando se trata de viajes, y es que como bien dice soy un poco despistada. Será eso...Pero lo que no se me olvida es que esta cuidad me ha encantado y prometo volver pronto.