domingo, 3 de junio de 2007

A más nariz, menos periodista


Esta película no tiene nada de especial. No tiene nada de especial como eso, como peli. Si fuera ficción, sería una película entretenida que en no más de 24 horas se olvidaría. La cuestión es esa: que no es ficción. La película "El Precio de la verdad" ("Shattered Glass") está basada en un caso real, y muy real. En 1998, las mentiras de un joven periodista estadounidense plasmadas en la prestigiosa revista The New Republic dieron relamente la vuelta al mundo inmersas en una gran polémica. En 2003, la misma historia real se volcó en esta película que hoy comentamos.

Billy Ray dirigió esta película de 99 minutos basada en esta historia real. Hayden Christensen, más conocido como el Anakin Skywalker en Star Wars, interpreta a Stephen Glass el periodista mentiroso protagonista real de la historia. Esta película no intenta nada más que narrar la historia y con eso ya le basta.


Pero no nos desviemos del tema. Lo importante no es la película. Lo verdaderamente importante es el caso real. Stephen Glass existe. Stephen Glass trabajó de verdad en The New Republic. Stephen Glass escribió al menos 27 artículos con material inventado. En este caso, no se cumplió el dicho popular "se coge antes a un mentiroso que a un cojo". En cambio, si se cumplió eso de "a todo cerdo le llega su San Martín". A Stephen Glass le llegó con su artículo "Hack heaven" que inventó sin tapujos.

Quién saco a la luz este afán por mentir de Glass, fue el periodista digital Adam L. Penenberg. El 5 de noviembre de 1998 este periodista publica en el periódico digital Forbes un artículo titulado "Lies, damn lies and fiction" donde descubre la sarta de mentiras del periodista de The New Republic. Y sí, fue un periodista digital. Esto viene a confirmar que el periodista digital antes que "digital" es periodista y cumple como tal. Adam L. Penenberg no olvidó que ante todo era periodista cuando buscó la verdad sobre todas las cosas.

Stephen Glass sí que olvidó lo que era el periodismo. Olvidó que el periodismo no es contar una buena historia, olvidó que el periodismo no es tener algo único que contar, olvidó que el periodismo no es ser el mejor: olvidó que el periodismo es contar la verdad, acercar esa realidad que los ciudadanos no pueden percibir por sí mismos. Un buen periodista siempre tiene que tener claro que a más nariz, menos periodista. Si queremos ser buenos profesionales mirémonos nuestra nariz de vez en cuando.